martes, 3 de mayo de 2011

Un nativo en clase

Alguna vez has escuhado los términos nativo e inmigrante digital. ¿Quién crees que eres? Actualmente, los docentes nos encontramos en la lucha de comprender a los nativos digitales, nuestros estudiantes, aquéllos que nacieron junto a la tecnología, capaces de CREAR, INVENTAR Y COMPARTIR; utilizan las herramientas tecnológicas en su vida diariamente y de manera innata; mientras que muchos docentes nos podemos llamar "inmigrantes digitales" porque seguimos buscando el aprendizaje formal, áquel que necesita ser leído de un libro, anotado en agendas, consultado en bibliotecas... yo lo denominaría un trabajo individual carente de recursos sin intención de integrar el trabajo colectivo, buscar una comunidad, una RED.







Comparto con ustedes tres anécdotas tomados del artículo "Nativos e Inmigrantes en la escuela - Daniel Cassany y Gilmar Ayala, que despertó mi curiosidad y la de mis estudiantes:




Anécdotas
Todos hemos vivido situaciones como éstas en algún momento u otro:
1. María, de 6 años, mira cómo su mamá prepara bizcochos en la cocina. “Fíjate cómo lo hago. También tendrás que prepararlos tú para tus hijos”, dice mamá. “¡Falta mucho!... Tendré que anotarlo en un papel...”, responde la hija. Pero duda y se corrige: “bueno, no es necesario, puedo escribir bizcochos de mamá en Google [pronunciado /gógle/] y algo saldrá.” Córdoba, octubre de 2007.
2. Fin de semana en casa de mis sobrinos. La comida transcurre sin gritos ni peleas. ¿Qué estarán haciendo? Con los postres regresan, contentos, con la cámara digital: “Mira, tío, hemos hecho un vídeo” y veo en la pantallita una secuencia encadenada de fotos en las que sus héroes favoritos se enzarzan en una lucha sideral… “Lo voy a colgar en YouTube”, dice el mayor, Daniel, de 11 años. Me quedo atónito... “¿Podré verlos?”, reacciono. “Tendrás que darte de alta. Te mandaré un email...” Y por la noche me envió el vínculo, me inscribí en su espacio y pasé a ser un miembro más de su comunidad virtual de videocreadores. Pocos días después me llama su madre, docente de secundaria, para contarme que estaba indignada con la profesora de Daniel porque le ponía como deberes copiar literalmente a mano tres páginas del libro de texto de Educación para la Ciudadanía. Girona, noviembre de 2007.
3. Reunión de alto nivel en el rectorado de mi universidad. En plena y tensa discusión se escucha el estribillo de Could you be loved de Bob Marley. Un vicerrector, con corbata y traje, empieza a hurgar en el bolsillo mientras enrojece poco a poco… Saca su móvil y apretando reiteradamente las teclas consigue apagar la llamada. Pero a los cinco minutos empieza nuevamente el estribillo e interrumpe nuevamente la reunión. Completamente rojo, incapaz de parar la llamada, el vicerrector abre la tapa de atrás y saca la batería para desconectar el móvil. “Perdonen ustedes”, concluye, “…mi hijo lo reconfiguró anoche y no sé cómo funciona…” Barcelona, febrero de 2008.
Son sólo tres ejemplos reveladores de un cambio cotidiano, cultural y profundo que está ocurriendo ante nuestros ojos, quizá sin que le prestemos todo el interés que merece o sin que nos percatemos de su importancia. Hoy en día, nuestros hijos, nuestros alumnos y nuestros jóvenes están aprendiendo de manera informal, fuera de la escuela, por su cuenta, un conjunto de habilidades y técnicas de acceso, manipulación y circulación de la información, que muchos padres y madres, maestros y adultos ignoramos. Lo que ha provocado todo este revuelo son las TIC (las denominadas Tecnologías de la Información y la Comunicación), pero está claro que los protagonistas más importantes somos las personas.


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